jueves, 23 de septiembre de 2010

Noche de empanadas y vino Malbec


El calor era realmente insoportable.
En cada movimiento sentía que la ropa más se empapaba con el sudor.
Y más se me pegaba al cuerpo.
Jeans un día como hoy fue una boludez total.
Por hacerle caso a la vieja.
Si yo sé como es el clima acá, si hace más de cinco años que vivo sola y nadie me anda diciendo “A la tardecita puede refrescar, nena”.
Y yo, como para que no se haga drama, y un poco para que no me rompa las bolas, le hice caso.
Es increíble.
Esperé para que venga a casa, acá, a donde vivo, más de un año y medio.
Esta vez deseaba verla, en serio.
Tenía un deseo grande.
Serán los años.
Con el tema de que el viejo estaba mal, que no podía dejarlo por la dependencia que tenía él de ella -dicho crudamente- me abandonó.
Una vez más.
Alguno podría, tranquilamente, decir que yo me fui antes.
Es verdad.
Verdad a medias.
Nunca me soportó del todo.
Y eso de que los padres quieren a todos los hijos por igual, es una soberana mentira.
Y en mi caso no era tan difícil quererme igual que a mi hermana.
Siendo solo dos, con mitad de amor a cada una, hubiese alcanzado.
Pero no.
Ella se llevó siempre prácticamente todo.
Y un poco más.
Hasta lo del accidente.
Claro.
Ella era la divina, la de las buenas notas, la que ponía la mesa sin pedírselo.
La que cantaba, bailaba, tejía, cosía y la puta madre no sé cuantas cosas más.
Yo, claro, no vivía con ella: competía.
Harta de esa comparación eterna, varias veces se la juré.
A mamá, a papá y a mi hermana.
Pero que conste: un juramento silencioso, hasta solo apenas imaginado.
No soy rencorosa, sino que me gusta poner las cosas en claro.
Nada más.
Tipo las cuentas claras, conservan la amistad.
No soy de andar con vueltas ni demasiado diplomática.
Esa es una cagada.
No es que me arrepienta de ser así, sino que veo que ser de esa manera no me ha servido de mucho
Al contrario.
Desde maleducada hasta terrible yegua mal parida, me han dicho de todo.

¡Que choto es el dolor!
El dolor como dolor en sí.
Ese dolor acá adentro, que es tan difícil de explicar.
Ese que en las películas se lo muestra de que es tan pero tan grande que al tipo le agarra un infarto por una noticia. Y queda fulminado en el suelo.
De dolor se muere.
No creo que eso pase.
“¡Tan sanito que se lo veía!” dicen las viejas en el velatorio después.
Dolor.
Angustia.
Un resoplo grande como para sacar un demonio de adentro.
Pero no sale el turro.
Eso sentía en casa.
Desazón. Eso también.

Imagino como ejemplificar eso para poder describirlo.
Un tipo, no sé, al que le explicás arameo, mañana, tarde y noche, y nada.
Nada de nada.
Y vos, en cambio que al arameo lo sacás de taquito, que hasta soñas en arameo, si te decidís.
Y el chabón que ni jota, que te mira como si le hablaras en chino… ja!
Eso, llegado un punto, te saca.
“¡¿Cómo que no entendés el arameo, pedazo de pelotudo?!
¡Hace dos semanas, tres horas diarias que vengo explicándotelo, y no entendés nada! ¿¡Nada de nada!?¡Vos no le ponés voluntad!”

Así me siento. Hablé tanto con los viejos de la cagada que se estaban mandando conmigo.
Hablé bocha con ellos y con ella.
Y a ella, bien clarito que le saqué la ficha. Ella entendía, pero bien que se hacía la boluda.

Primera gran decepción, o contradicción: Tan buenita, tan correctita, tremenda hija de puta… una persona no puede ser buena y mala a la vez.
No.
Y ella, a esta situación, bien que le sacaba ventaja.
Y ojo que no digo que me jodía que la premien por un  diez en Lengua. No.
Me recontra súper reventaba su onda de ponerme como pobrecita.
Tipo “no se enojen con ella, no tiene la culpa”
Faltaba que dijese  “No le da” y ahí si le daba un fierrazo en la cabeza.
Algún día lo sabrás, hermanita, algún día.
Insisto que lo tengo claro, sí hasta el sicólogo lo vio: No soy rencorosa.

Segunda bronca acumulada: la desigualdad ante lo mismo. Olvidemos, ponele, lo del colegio, de los caracteres diferentes. ¿Por qué cargar con una culpa de algo que no soy culpable?
Sea lo que sea, invitación para una a ir a Miramar, o que hay plata para un par de zapatos, o de ir a ver algún show, todo para ella.
Yo salí “fallada” escuché a mi viejo decirle a sus amigos.
Lástima que no fue así. Capaz que hasta me hubieran tirado a la basura y era mejor.
No, encima, como para joderlos más, yo era la más linda de las dos.
En serio, sin falsas modestias.
La más linda y la más extrovertida.
Era así, que le voy a hacer.
Por eso les molestaba tanto que cuando íbamos a cenar afuera, les rompía las pelotas que la gente me hiciera caras a mí, y no a ella.
Y, debo reconocerlo, aunque no sé como lo hacía, de alguna manera yo lo explotaba.
Hablando a media lengua, los que me alzaban, se morían de amor.
Hay una película en súper ocho que durante mucho tiempo estaba prohibida para mí.
Cuando me fui de casa, juntando los bártulos, apareció.
Ni mi vieja ni nadie se enteraron que la encontré.
Tanta intriga se develó no sé cuantos años después.
Filmación horrible de mi viejo cuando nos llevaron a cantar a canal 9, con Roberto Galán.
“Si lo sabe, cante”. Algo tétrico. Tendríamos como tres o cuatro años.
Con un llanto imparable, mi hermana puso locos a todos.
Yo no.
Ella a grito pelado y yo lo más tranquila comiéndome unos mocos aparentemente riquísimos.
Las secretarias, con unos pantaloncitos cortos, que ahí se escucha que le decían Hot Pants, tratando de calmar a la hinchapelotas que les arruinaba el programa.
Yo, lo más bien.
La filmación de mi viejo, insisto, una reverenda cagada. Se mueve todo, para acá, para allá… zoom a no sé donde… Pero lo que importa se ve y escucha clarito.
Este tipo, que dicen era famoso, me levanta a mí, y yo le doy un beso enorme en su cachete derecho.
Sorpresa general y un “Ohhhhhh” del público.
Encima, no sé porque ni como, lo miro fijo y le mando un “te quelo mucho”
Puedo casi asegurar sin ningún tipo de dudas, que el estudio en pleno, se meó ahí mismo. Se nota algo así.
Yo lo veo y me meo todavía.
Era la pendeja más linda del mundo.
Y la otra marrana que seguía a los gritos, pero un poquito alejada de mí.
“¿Y vos te sabés una canción? ¿O siempre cantás con tu hermanita?”
Y ahí salió mi vieja, como indignada, como si de la hija de su peor enemiga yo me tratara: “No Señor Galán - se metió la yegua- ella no es la buena, solamente canta porque esta canta, espere un cachito que ya se la llevo” decía mientras sacudía a mi hermana como para que pare de berrear.
“Déjela Señora, estoy hablando con esta belleza, una princesita… a ver linda… ¿Manuelita te la sabés? Música, maestro!”
Demás está decir como siguió todo.
A mis primeros planos de un canto hiper tierno los contrastaban con la cara de mi hermana llorando y llorando.
Reina absoluta de la noche.
Toda la gente bailaba y hacía una especie de ola en las plateas, como casi veinte años antes que los mexicanos la inventaran para los partidos de aquel mundial que consagró a Maradona y a la Argentina.
Gané ese certamen, el del mes y el anual.
Mi nombre empezó a figurar en todos lados. ¡Hasta Mirtha -si, la misma Mirtha de ahora- me tuvo en brazos y me dio de comer en la boca!
Sandrini hizo un sketch conmigo como si fuera su nieta en Sábados Circulares de Pipo Mancera. Muchos se acuerdan que todos reían porque me salía “Abulo” en vez de “Abuelo”
¡Que épocas inocentes!
En la tapa de TV Guía salí como unas doce veces.
Y también en Antena.
En muchas con mi hermana, porque el hecho de que fuésemos tan parecidas siempre era “gracioso”
Pero mi nombre figuraba siempre. Y el de ella, no.
Una gran fortuna hizo mi familia conmigo. Todos han vivido bien.
Hasta el accidente.
Aquel viaje a Cosquín era el primero que hacíamos solas. Mamá nos encontraría allá.
Mi viejo, que ya empezaba con algunos achaques, producto de una cirrosis muy veloz- no pudo.
El tipo no dejaba de tomar, en cierto modo gracias a que como yo generaba mucha plata, dejó el laburo del banco, que no era malo para nada, pero obviamente le exigía cumplir horarios.
Y mezcla de que estaba podrido y de que ya no necesitábamos  esa guita, renunció y después cayó en un pozo profundo de depresión por sentirse inútil.
Contradicciones de la vida.
Sin embargo, lo de hincharme las pelotas, tratarme mal y bardearme, nunca abandonó de hacerlo.
Y todos los mimos para la otra.
Apenas teníamos veinte años cuando lo del accidente.
La combi, manejada por el que era nuestro representante, iba a los pedos.
Le pedí un montón de veces que afloje, que nos íbamos a matar.
Veníamos de Rosario, de presentarnos en Canal 3. Y hasta ahí, sin saber nosotros nada, se había ido el representante del sello Emi Odeón.
Salimos del aire y el tipo que quiere reunirse desesperado para firmar ahí mismo un contrato. Un fabuloso contrato debería decir.
Yo recuerdo que analizamos bien que por un par de años podríamos vivir con ese monto, sin cantar nada en ningún lado, solo con lo del long play.
Y que sin embargo, encima, surgirían como treinta recitales y shows en la tele…
Plata y más plata.
El pedo que tenía el flaco, por brindar más de la cuenta con champagne para celebrar,  fue el culpable de morder la banquina.
Estábamos realmente atrasados, porque nos fuimos de mambo con el festejo post contrato.
El se clavó un parante del parabrisas en el cuello. De lleno.
Tal vez si en esa época se hubiese usado el cinturón de seguridad, se salvaba.
Mi hermana llegó viva al hospital pero a los diez minutos también murió.
Había perdido mucha sangre, ya que una de sus piernas estaba cortada de cuajo.
Yo, nunca sabré como, no me hice absolutamente nada.
Apenas un rasguño en la cara, producto de mis propias uñas que querían tapar la imagen de la muerte inminente. Nada más.

Y ahí sucedió.
Viendo que a esa imagen tan parecida a mí, totalmente inanimada en una fría cama de hospital, me vi muerta yo.
Era yo. No mi hermana.
Y decidí ser yo la que moría.
Pensé en cambiar los documentos, en alterar las fichas.
Pero me parecía burdo y hasta peligroso.
Éramos tan parecidas y yo tan famosa, que todos, encima, vinieron a verme muerta a mí.
Salvo mamá.
Ella, apenas llegó al hospital, como diez horas después, ni notó que yo estaba bien.
Era como si yo no hubiese viajado.
Era como que todavía yo no importaba.
La lloré bastante a mi hermana. Si bien me complicó parte de la existencia, jamás le guardé rencor.
Pero ahí mismo sentí que yo, como era hasta ahí, ya había muerto.

Igual, por cuestiones de contrato, tuve que seguir actuando.
La gente seguía yéndome a ver porque era que me había tocado un milagro.
Pero yo cantaba cada vez peor.
Ya no tenía ganas.
Era como que canté lindo y bien para taparle la boca a tantos, en la familia, que idolatraban a mi hermana.
Un poco mamá me empezó a ver.
Supongo que como era el hijo que le quedaba no tenía otra alternativa.
Yo me fui dejando llevar… “que fluya” me decía mi sicólogo.
Así llegó lo de irme a vivir al interior, a un lugar tan poco nombrado como este pueblito de San Juan.
Acá volví a ser esa yo original.
Auténtica.
Por eso lo de invitar a la vieja. Para recuperar cosas perdidas.
El juicio y la plata que ganamos porque el forro del representante estaba totalmente alcoholizado fue de los más grandes pagados hasta esos años.
Se llegó a decir que Emi Odeón Argentina podría llegar a quebrar.
Nunca fue así.
Y como mamá era un desastre administrando, me quedé con todo yo.
Le mandaba lo que pidiese cuando lo pidiese.
Y, talvez para lavar culpas, cada dos por tres, una cuota extra.
Me sobra la plata, y acá no gasto nada.

Por eso lo de insistirle en que venga.
Por extraño que a mi misma me pareciese.
Tenía ganas de charlar, o de recordar viejas historias.
Lo del jean hoy, se lo acepte de boluda.
Pero necesitaba que vea en mí un gesto de confianza.
Me cagué de calor todo el puto día.
“Ya se va” decía para mis adentros.

Compré empanadas.
Ella puso un par de individuales y dos vasos grandes.
Vino Malbec y unas servilletas de papel.
“¿La de carne es muy picante?” preguntó.
“No. Dale tranquila”
“Bueno… ¿Ponés la novela del trece? En Buenos Aires la ven todos”
“Ah no… Pensé que podíamos ver una peli que conseguí… a ver si te acordás: contame
¿Qué era “Si lo sabe, cante” mamita?”



NOTA: Perdón. Mentí en una sola cosa y quiero salvarlo acá:
Soy muy rencorosa. Siempre lo fui.

Jorge Laplume

2 comentarios:

  1. Uff...se me cruzo Soledad, Gilda, y varias otras....me gusto el cuento.Bien llevado, me gustó..

    ResponderEliminar
  2. Excelente!!...
    Nunca lei una buena produccion barilochense,esta se lleva los laureles y da para una continuacion...

    ResponderEliminar